Ejercicios para mejorar el autoconcepto







El autoconcepto desempeña un papel importante en el control emocional, y por consiguiente en el control del estrés; la escuela y los docentes desempeñan un papel clave en la formación del concepto del alumno, pues estos dispensan elogios y críticas, aceptación y rechazo; recordándole al alumno cuáles son sus defectos y virtudes. Las personas con un buen autoconcepto y seguras de sí, afrontan las situaciones estresantes de manera más fácil, sin subestimar sus propias capacidades.


Empezaremos con la percepción de nosotros mismos.

1. En una hoja de papel donde nosotros nos pongamos al centro (puede ser un dibujo que nosotros hagamos o una foto), vamos a escribir alrededor todos esos autoconceptos negativos (es decir que no nos estén beneficiando) y que se quieran cambiar.

2. Escribiremos los autoconceptos positivos que queramos empezar a asumir de uno mismo y que nos identifiquen como persona; por ejemplo: “Soy seguro de mi mismo”, ”Soy talentosa”, ”Soy alegre”, etc. Si no esta del todo claro se puede escribir lo contrario de los autoconceptos negativos.

Ejemplo:

Así tendríamos un nuevo autoconcepto, y lo más importante un autoconcepto positivo. Ahora mejoraremos el autoconcepto que tenemos de nuestros alumnos, haciendo esta misma actividad pero con cualidades del grupo con el que se esté trabajando. 


La importancia de tener un buen concepto de los alumnos con los que se trabaja, viene a raíz de Robert Rosenthal y Lenore Jacobson, que realizaron el experimento, llamado: Pigmalión. El cual teorizaba sobre como las expectativas de los docentes repercutían en el resultado. 


Se les aplico un test de inteligencia a un grupo de alumnos de primaria, de los cuales el 20% habían destacado en los resultados; se les advirtió a los profesores y alumnos que muy probablemente, estos alumnos serían los que mejor calificaciones obtuvieran a lo largo del curso. Ocho meses más tarde, se reunieron con los profesores que formaron parte del experimento, para contrastar resultados, y así el 20% de los alumnos alcanzaron un mejor resultado académico.

Pero lo cierto es que los experimentadores habían elegido a este 20% al azar, y nunca se les pasó ningún test de inteligencia a los alumnos. 
No eran alumnos intelectualmente superiores, pero al ser tratados cómo si lo fueran y al ellos creer serlo por ser tratados como alumnos con competencias superiores, se dieron mejores resultados académicos.

El docente tiene el poder de influenciar en el alumno, esa una poderosa herramienta que se tiene que saber utilizar.



 


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